En Roma existía una antigua tradición teatral de tipo popular. Las ceremonias religiosas iban acompañadas de mímica ritual y las fiestas populares daban pie a creaciones espontáneas. Ya en las danzas escénicas de los etruscos se combinaban las chanzas fesceninas (intercambios de burlas más o menos insultantes) y las saturae (o variedades) con los mimos y cantos de ritmos variados.
La conquista de la Italia Meridional puso a los romanos en contacto con las costumbres de las ciudades de la Magna Grecia, en las que proliferaban las representaciones teatrales griegas más diversas. Por otra parte, en Roma se habían hecho cada vez más frecuentes los juegos públicos y privados, organizados unas veces para obtener el favor de los dioses y, otras, para testimoniarles su gratitud por haberlo alcanzado. Todo ello contribuía a despertar la curiosidad del público por tales espectáculos.
La comedia latina fue instituida por decreto, casi en la misma época que lo fue la tragedia. En efecto, los ediles organizadores de los juegos encargaban a escritores de fama ( Livio Andrónico, Nevio, Ennio,…) la adaptación de obras griegas, para representarlas en los mismos. Estos adaptadores aclimataron el género, crearon compañías de actores y educaron al público.
En el siglo III a.C. surgieron los primeros teatros, consistentes al principio en simples tablados provisionales, instalados en un rincón de una plaza, cerca de algún templo. Su escenario (pulpitum) era sobrio, sin telón ni decorados. Ante él se apiñaba un público heterogéneo y bullicioso, al que un heraldo había de conminar a menudo a guardar silencio.
El director de la compañía solía comprar al adaptador la obra y la sometía a la aceptación de los promotores de los juegos. Los actores eran todos masculinos y algunos tenían que representar varios papeles en la misma obra. No usaban aún máscara y el atavío y las pelucas (blancas las de los ancianos, pelirrojas las de los esclavos) caracterizaban a los distintos personajes, que llevaban atuendos griegos (Fabulae Palliatae, de pallium, manto griego), en parte para no atentar con sus burlas contra la dignidad de la aristocracia romana, y, en parte, por la afición a lo exótico, demostrada por el público romano. Sólo a partir de Nevio aparecen tímidamente algunas tragedias de tema romano (praetextae, de praetexta, toga usada por ciertos magistrados).
En los escasos años que mediaron entre estas primeras adaptaciones de obras griegas y las primeras obras de Plauto (hacia el -215) se fueron gestando las tradiciones escénicas romanas.
El coro, abolido por los últimos comediógrafos griegos, no fue restablecido, pero se amplió el papel del canto y de la música. Los personajes cantan muy a menudo, acompañados por la flauta. En la época de Plauto están ya aclimatados a la escena romana los diversos ritmos de la poesía griega. Para compensar la ausencia de la máscara, se recurre a variados juegos escénicos y a la acumulación de peripecias en el desarrollo de la acción, refundiendo normalmente dos obras griegas en una sola (contaminatio).
Ante un público que, poseído de su superioridad romana, no hubiera admitido la posibilidad de ver en escena a un ciudadano romano engañado o ridiculizado por un esclavo, no cabía otro recurso que ofrecerle cuadros de costumbres griegas, en las que todo estaba permitido: mercaderes de esclavos, viejos verdes, jóvenes sin escrúpulos, esclavos avispados, …
La escena, pues, se sitúa generalmente en Atenas, los nombres de los personajes son extraños y, a veces, larguísimos. Y, sin embargo, las obras están salpicadas de alusiones a la realidad circundante, se habla de magistrados romanos o de barrios de Roma. Esta ficción contentaba a todos y no engañaba a nadie. En cambio, la comedia togata, de tema y ambiente puramente romanos, jamás encontró eco en el gran público.
La comedia romana, siguiendo el ejemplo de la tragedia griega, suele comenzar con un largo monólogo, en el que un dios o un gran personaje narra los hechos pasados, expone la situación presente e insinúa el futuro. Este monólogo suele cerrarse con una llamada a la corrección del público que nos permite suponer, y a veces nos explica expresamente, su conducta ordinaria.
La comedia romana es una adaptación de la comedia ática del siglo IV a.C., llamada media o nueva, pero, como hemos visto, introduce el elemento musical, tan grato a la sensibilidad italiana de todas las épocas. Gracias a su parentesco con la comedia griega, la latina nos trasmitió el modelo de obras griegas hoy perdidas.
Pocas y poco fiables son las noticias que tenemos sobre la vida de Plauto. Pueden resumirse así: nace en Sársina, en Umbría, a mediados del s. III a.C. (-251?). Llega a Roma y gana algún dinero en actividades teatrales, no sabemos si como autor o como actor. Se mete en negocios y se arruina, viéndose obligado a realizar trabajos duros y propios de esclavo, como hacer girar la rueda de un molino. Pero en los pocos ratos de ocio escribió comedias y alcanzó tal éxito que pudo dedicarse enteramente a esta profesión. Todo esto es un tanto novelesco. Los propios romanos de fines de la República (-510 / -30) tenían muchas dudas sobre él. Incluso no sabían con exactitud su nombre completo, que probablemente fuera Titus Maccius Plautus. Es seguro que fue un ciudadano libre pero pobre: un hombre del pueblo que supo llegar al pueblo como ningún otro autor dramático de Roma. Murió el año -184.
Fue tan grande el éxito de Plauto que, tras su muerte, empezaron a aparecer obras que falsamente se le atribuían. En el s. I a.C. circulaban ya 130 comedias con su nombre. El erudito Varrón las sometió a un estudio riguroso, histórico y estilístico, y llegó a la conclusión de que sólo 21 eran, sin lugar a dudas, de Plauto. Estas son las que nos han llegado, aunque de una de ellas, Vidularia (Bolsa de viaje), sólo nos queda un fragmento. Veamos algunas importantes:
- Amphitruo (Anfitrión): Júpiter, enamorado de Alcmena, esposa del rey Anfitrión, aprovecha que éste está en la guerra para tomar su apariencia y vivir con aquella. Mercurio asume, asimismo, los rasgos de Sosias, esclavo de Anfitrión. Cuando vuelven de la guerra los auténticos Anfitrión y Sosias, se crea una situación embarazosa, pues son acusados de impostores. Al fin, Júpiter vuelve al Olimpo tras descubrir su identidad. Alcmena da a luz gemelos, uno hijo de su esposo y otro, Hércules, hijo de Júpiter.
- Aulularia (Comedia de la olla): Euclión, viejo avaro, encuentra una olla llena de oro. Intenta ocultar el hallazgo a toda costa y sigue viviendo miserablemente. Se ve obligado a ir cambiando el escondite de la olla cada vez que está en peligro de que se la roben, lo que le hace vivir en continuo sobresalto. Por fin se la roban y casi pierde la razón. Pero la recupera por obra de un joven enamorado de su hija. Termina curándose y regalando el oro a su hija como dote.
- Miles gloriosus (El soldado fanfarrón): Un capitán fanfarrón, enamoradizo y vanidoso, compra a una joven que estaba enamorada de un joven ateniense y también al esclavo de dicho joven. El esclavo arregla las cosas de modo que su antiguo amo venga a vivir a la casa de al lado del militar y se reúna con la joven pasando por un boquete abierto en la pared medianera. Un esclavo del militar los sorprende, pero se le hace creer que es una hermana gemela. Al final, mediante una trampa hábilmente urdida, el capitán queda en ridículo y los jóvenes amantes se marchan juntos.
- Captivi (Los cautivos): Es una obra singular dentro de la producción plautina, ya que encierra un elevado tono moral: Hegión tiene dos hijos. Uno se lo roban los piratas de pequeño; el otro, ya mayor, cae prisionero de los etolios. Hegión compra dos jóvenes prisioneros, Filócrates y Tíndaro, amo y esclavo a su vez, y quiere canjear a su hijo por Filócrates. Para ello envía a Etolia al esclavo Tíndaro para que arregle el canje con el padre de Filócrates. Pero previamente los dos jóvenes habían cambiado sus identidades, y el que va en realidad es Filócrates. Cuando Hegión se entera, castiga duramente a Tíndaro. Pero Filócrates vuelve con el hijo de Hegión para rescatar a su esclavo. Así se descubre que Tíndaro, el esclavo fiel y sacrificado es el otro hijo de Hegión, el que le robaron los piratas cuando niño.
- Otros títulos de obras son: Bacchides (Las Báquides): dos hermanas gemelas dan lugar a hilarantes y escabrosas confusiones. Menaechmi (Los gemelos): argumento parecido al anterior, pero con dos mellizos, uno, perdido cuando pequeño, vive casado en una ciudad; allí llega su hermano y esto provoca equívocos de gran comicidad. Pseudolus (El embustero): un joven está enamorado de una bella esclava de un alcahuete; éste la vende a un militar y espera que venga a recogerla. Pseudolo, esclavo del joven enamorado, se hace pasar por el mensajero del militar y se lleva a la muchacha para su amo.
Todas las obras de Plauto pertenecen al subgénero Fabula Palliata. No son creaciones originales, sino adaptaciones de obras griegas. Los autores griegos adaptados no son los de la época clásica, sino los de la llamada Comedia Nueva (s. IV a. C.), el más importante de los cuales es Menandro.
Tal y como están editadas, las comedias de Plauto constan de 5 actos precedidos generalmente de un prólogo. La división en actos no es de Plauto sino muy posterior. Los prólogos están destinados a contar el argumento de la comedia. Los espectadores romanos querían saber la trama argumental y el desenlace desde el principio. El prólogo lo recitaba uno de los actores de la obra, y con frecuencia un personaje divino que no tenía ninguna otra intervención en la obra, como, por ejemplo, el Lar Familiaris en Aulularia.
Pero, ¿Hasta qué punto se ceñía Plauto a los originales griegos? No es posible una respuesta segura, ya que no conservamos tales originales. Después de rigurosos estudios sobre el tema y de los recientes descubrimientos de papiros con fragmentos de Menandro, puede concluirse que Plauto se tomaba grandes libertades, cambiando escenas y personajes, insertando pasajes propios con alusiones a costumbres romanas, incluso ensamblando en una obra situaciones y personajes de dos obras griegas. Su labor puede caracterizarse como una «imitación creadora».
Los personajes y la trama de las comedias plautinas suelen centrarse en:
- enredos amorosos, sobre todo, de jóvenes de familias ricas que encuentran dificultades hasta que acaban consiguiendo el objeto de sus deseos;
- padres que pierden a sus hijos pequeños y los recuperan de mayores, reconociéndolos por alguna marca u objeto;
- soldados fanfarrones que quedan siempre burlados;
- esclavos astutos, encargados de solucionar los problemas amorosos de sus jóvenes amos;
- parásitos que adulan y adulan para lograr invitaciones a comer;
- celestinas y alcahuetes, dueños de muchachas pretendidas por jóvenes sin dinero; …
A Plauto, por otra parte, le interesa por encima de todo hacer reír. No le quita el sueño la pintura de caracteres psicológicos elaborados. Sólo quiere poner a los personajes en situaciones que provoquen la carcajada, aunque para ello tenga que acudir, como hace con frecuencia, a chistes groseros, alusiones obscenas, situaciones ridículas,…, que eran muy del agrado del público, compuesto en su mayoría por esclavos, soldados y gentes no cultivadas. Fue el autor más popular de todo el teatro latino.
Por lo demás, Plauto posee un ingenio inagotable y un léxico popular riquísimo. Es un insuperable cincelador de palabras, siempre en aras de la comicidad. El griego le ofrece un campo abonado para formar nombre propios ridiculizando los nombre solemnes de la poesía elevada (Pirgopolinices, Polymachaeroplagides) . Cada uno de sus personajes habla como corresponde a su cultura y posición. Igual es la riqueza de imágenes, la vivacidad, la plasticidad de escenas, el sabio manejo de metros variados, el ritmo siempre entonado de la frase. Con su muerte perdió la escena romana su mejor autor.
La fama de Plauto ha pervivido a través de los siglos. Diversas obras suyas han sido imitadas por los más grandes dramaturgos de occidente: Shakespeare (Comedy of errors); Molière (L’avare), Camoens (Os amphitrioes); Juan de la Cueva (El viejo enamorado), son algunos de los ejemplos de autores que han bebido en las fuentes plautinas.
Terencio es de una generación posterior a Plauto. Nació en Cartago hacia el año -190 y vino a Roma como esclavo del senador Terencio Lucano. éste le concedió posteriormente la libertad, por lo que nuestro autor tomó el nombre de su protector y un sobrenombre alusivo a su procedencia africana. Logró entrar en el círculo literario que rodeaba a Escipión Emiliano, donde se agrupaban los más ilustres escritores de la época y que constituía un foco de irradiación de la cultura griega en Roma. Fue un dramaturgo precoz y murió joven, el -159, a su vuelta de un viaje de estudios por Grecia.
Parece que sólo escribió las seis comedias que se nos han conservado: Andria (La andriana o muchacha de Andros), Hecyra (La suegra), Heautontimorumenos (El que se atormenta a sí mismo), Eunuchus (El eunuco), Phormio (Formión) y Adelphoe (Los hermanos) .
Como las de Plauto, las comedias de Terencio son Fabulae Palliatae, con total dependencia de los autores griegos, como puede observarse en los títulos. Los comediógrafos imitados son los mismos de Plauto, especialmente Menandro.
Sus obras nos han llegado precedidas de una didascalia y una períoca que no son de Terencio. En las didascalias, de autor y época desconocidos, figuran datos precisos: autor y título de la obra latina, autor y título del original griego, juegos en que se representó, magistrados organizadores, director de la compañía, … Las períocas, de un gramático del siglo II, son doce versos con un resumen del argumento. Siguen, como en las de Plauto, un prólogo y cinco actos. Pero los prólogos son originales: no son expositivos del argumento, sino de la polémica literaria. En ellos se defiende de sus enemigos literarios que le acusan principalmente de:
- Contaminatio, o sea, de hacer de dos obras griegas una. Se defiende diciendo que lo mismo hicieron antes de él Nevio, Ennio y Plauto.
- Plagio, pero no de autores griegos (cosa lícita), sino de autores latinos que habían imitado antes esa obra. Argumenta no conocer dichas adaptaciones anteriores.
- No paternidad de sus obras, que se las habrían escrito sus amigos del círculo de Escipión. No contesta a este ataque. Sólo se jacta de tener amigos tan importantes.
Terencio, inferior a Plauto en la riqueza de léxico, le supera en la técnica de la composición, en la habilidad para ensamblar escenas y situaciones. Es también superior en la pintura de caracteres. Plauto describe situaciones, Terencio dibuja personajes de gran finura psicológica, principalmente a base de diálogos. Los personajes son los mismos que los de Plauto: esclavos, parásitos, cortesanas, soldados, … Pero todos ellos se hallan inmersos en un clima de intención moral.. Su preocupación ética es constante. Su humanismo se resume en su famosa frase; «Soy hombre y nada de lo que preocupe al hombre me es ajeno» (Homo sum: humani nihil a me alienum puto). Se preocupa por el comportamiento de sus personajes, por transmitir un mensaje.
Terencio escribe un latín puro y refinado, pero sin la espontaneidad del lenguaje plautino, mucho más acorde con los personajes. Los personajes de Terencio hablan todos como Terencio, por eso estaba muy lejos de conectar con el pueblo como lo hacía Plauto, incluso alguna de sus obras fue un rotundo fracaso. Sin embargo, en la Edad Media y el Renacimiento alcanzó, precisamente por su contenido moralizante, una fama incluso superior a la de Plauto. Fue admirado por las características que se consideraban propias de los mejores clásicos: la mesura y el buen gusto. Despertó gran entusiasmo en Petrarca, Erasmo, Goethe, y lo imitaron Ariosto, Molière, el Marqués de Santillana, Cervantes, …
Lucio Anneo Séneca, el mejor de los filósofos de Roma, nació en Córdoba el año -4 (?). Su padre, Séneca el retórico, natural también de Córdoba, famoso por sus libros de retórica y por su Historia de las Guerras Civiles, lo educó en la práctica de las virtudes tradicionales romanas. De muy joven marchó a Roma para completar su formación y allí se dedicó con entusiasmo a la filosofía. En tiempos de Claudio una falsa delación de la emperatriz Mesalina lo llevó al destierro en el año 41. Para entonces brillaba en Roma como un gran defensor de las libertades tradicionales. El año 49, Agripina, nueva esposa de Claudio, lo mandó llamar y le encomendó la educación de su hijo Nerón. Durante los primeros años del reinado de éste, quien mandó en Roma fue Séneca, pero poco a poco Nerón se iba apoderando del mando y Séneca no tuvo más remedio que hacer concesiones a los caprichos de aquél. Se retiró de la corte, pero pronto se le acusó de colaborar en la conjura de Pisón contra el emperador y fue condenado a muerte. Murió estoicamente abriéndose las venas (año 65).
Séneca escribió numerosas obras que se pueden catalogar en dos grupos: obras filosófico-morales y obras poéticas.
OBRAS FILOSÓFICO-MORALES
- Diálogos: Son pequeños ensayos sobre problemas morales. Su forma no responde al título. Entre ellos destacan De vita beata (sobre la vida feliz de acuerdo con la doctrina estoica), De tranquillitate animi (sobre la tranquilidad del espíritu, que no se encuentra en la diversiones. Es un análisis hondo de los sentimientos humanos: angustia, agitación, aburrimiento, melancolía …, vicios tanto más nocivos por el hecho de que muchas personas se complacen en ellos.), De brevitate vitae (la vida no es tan breve como parece, si no se pierde el tiempo en cosa inútiles), De clementia (trata de infundir esta virtud a su discípulo Nerón. El resultado práctico no fue muy halagüeño), De beneficiis, De ira, … En cada uno de sus tratados morales aborda el estudio de un problema concreto, llegando a soluciones simplistas, pero radicales, que no dejan lugar a la debilidad humana. La acumulación de argumentos, el análisis de sentimientos y la vehemencia del tono prevalecen sobre la exposición lógica de las ideas.
- Naturales Quaestiones: Es un tratado, en ocho libros, de la Física de su tiempo. Respecto a las ciencias, Séneca adoptó a lo largo de su vida actitudes contradictorias. En su juventud consideraba que el conocimiento de los fenómenos naturales le era imprescindible al sabio. Más tarde censura a aquellos que malgastan en satisfacer vanas curiosidades el tiempo que podrían emplear en su perfección moral. En esta obra intenta hacer compatibles ambas posiciones.
- Consolationes: Género literario ya conocido por los griegos. Son cartas de condolencia dirigidas a amigos apenados por la muerte de un ser querido. Prescindiendo de la persona del muerto, desarrolla todo un tratado de moral práctica, invitando a la resignación y disertando sobre la fragilidad de la vida humana y sobre la inmortalidad del alma. Sus destinatarios fueron su madre Helvia, su amigo Polibio y Marcia.
- Cartas a Lucilio: Obra que contiene 124 cartas distribuidas, actualmente, en 20 libros. Están dirigidas a Lucilio pero no se sabe si realmente las envió o simplemente las escribió para ser leídas. Constituyen un verdadero tratado de dirección espiritual, en el que diserta sobre la verdadera gloria del filósofo, sobre el menosprecio de la muerte, sobre la pobreza. sobre la felicidad, … Trata esencialmente los mismos temas desarrollados ya en sus tratados morales. En estas cartas puede seguirse el progreso espiritual de su autor, que va ahondando en su propio yo, en busca de la luz salvadora. Analiza las pasiones que bullen en el fondo de su corazón y en la conciencia de todos los hombres: el bien y el mal, la virtud y el vicio, la fraternidad, la caridad, el hombre y Dios, la vida y la muerte,… Sobre todo de la muerte, que constituye para él una idea obsesionante. Contemplar la muerte a la luz de una serena reflexión, exenta de todo temor irracional, constituye el medio más eficaz para acercarnos a la verdad y a la perfección moral. Ahora bien, junto a esta concepción, vislumbra en un horizonte infinito la idea de la eternidad. Estas carta fueron muy leídas y meditadas por sus contemporáneos, así como por los cristianos, que admiraban en ellas su valor edificante, medievales, renacentistas y todos los que les siguieron hasta la época actual.
OBRAS POÉTICAS
- Tragedias: Las nueve tragedias que se han conservado no fueron escritas para ser representadas en la escena, sino para ser editadas y recitadas en lecturas públicas. Las más señaladas son: Hércules furioso, Las Troyanas, Medea y Fedra. Se inspira en los trágicos griegos, de quienes toma también los títulos, pero imprime en sus obras un sello muy personal: su teatro se caracteriza por el gran patetismo de los protagonistas ya en las primeras escenas y por el análisis minucioso y preciso de sus pasiones. En todo él aparecen reflexiones morales. Séneca imita a sus modelos, pero las diferencias con el original son numerosas. En lugar de la acción progresiva, va mostrando cuadros sucesivos. Analiza con precisión y minuciosidad las pasiones de sus héroes que son demasiado rígidos en sus convicciones y reacciones. Gusta de las situaciones patéticas, de los efectismos, de las truculencias y de la pintura de espíritus atormentados y monstruosos.
Sustituye la puesta en escena por una brillantez descriptiva, que llega en ocasiones a ser recargada. En sus coros alternan las más realistas y luminosas visiones de la naturaleza con las reflexiones morales. Las tragedias de Séneca suscitaron en los siglos XVI y XVII el nacimiento del teatro clásico europeo.
Su estilo es elegante, ingenioso y conciso, de acuerdo con las tendencias de su época. La composición de las obras está llena de digresiones y transiciones súbitas, metáforas y antítesis. Su lectura es amena y agradable.
Aunque sus obras no invitan a la devoción ni a la caridad, es indudable que Séneca presenta el pensamiento pagano en su forma moral más noble y elevada y muestra la vida antigua en sus facetas más refinadas, por lo que su lectura ha constituido en la posteridad una valiosa guía de conducta para muchos espíritus ansiosos de perfección moral.
Miles gloriosus
- Pirgopolínices, soldado
- Palestrión, siervo de Pirgopolínices
- Artotrogo, esclavo
- Periplectómeno, viejo que vive al lado de la casa del soldado
- Escéledro, siervo de Pirgopolínices
- Filocomasia, mujer del militar y amada de Pleúsides
- Pleúsicles, joven ateniense
- Acroteleutia, cortesana
- Lucrión, criado de Pirgopolínices
- Milfidipa, criada de Acroteleutia
Argumento
Pirgopolínices, un soldado fanfarrón del que se burlan hasta los esclavos, rapta a Filocomasia, cortesana ateniense, y se la lleva a Éfeso consigo; además, el mismo militar recibe como regalo de unos piratas a Palestrión, criado del joven ateniense Pleúsicles, que estaba enamorado de Filocomasia, al igual que ella de él. Pléusicles viaja también a Éfeso para intentar recuperar a Filocomasia, y se hospeda en la casa contigua a la del militar. El criado hace un agujero en la pared, para que los enamorados puedan verse. Escéledro, uno de los criados del militar descubre a Filocomasia y Pléusicles besándose, pero ellos y Palestrión lo niegan, y les hacen creer que ha llegado de Atenas la hermana gemela de Filocomasia, que era la que se estaba besando con Pléusicles.
Con la complicidad de Periplectómeno, el viejo vecino del militar, Pleúsicles y Palestrión tienden entonces una trampa al soldado, haciéndole creer que la mujer del vecino está enamorada de él, y le envía un anillo de regalo como prueba de su amor. Palestrión aconseja al militar que abandone a Filocomasia, que la deje marcharse a Atenas con su hermana gemela y que además le regale sus joyas para ganarse su perdón. Pléusicles finge ser un capitán que viene a buscar a Filocomasia de parte de su madre enferma. El militar libera a Palestrión en agradecimiento por sus servicios, y éste se marcha con Pléuclides y Filocomasia, que se finge apenada por tener que separarse del soldado. Cuando el soldado entra a casa del viejo, éste lo retiene y lo acusa de adúltero, y hace que su cocinero lo azote hasta que Pirgopolínices promete no tomar represalias contra nadie por los azotes recibidos
LA SUEGRA
Argumento
La obra se inicia cuando el esclavo Parmenón explica el estado de las cosas a dos amigas, la cortesana Filotis y a la anciana Sira. Su joven amo Pánfilo, muy enamorado de la cortesana Báquide, cediendo a los ruegos de su padre Laques, ha renunciado a ser su “protector” para casarse con Filúmena, hija de una vecina. Fiel a su primer amor, Pánfilo se abstiene de consumar su matrimonio, con la esperanza de que Filúmena, cansada de su desprecio, tome la iniciativa de deshacer la unión; pero en vista de la paciencia y del tacto de la mujer y de la brusquedad con la que lo trata Báquide celosa, Pánfilo se aparta de ésta y se enamora de su mujer. Mientras tanto ha muerto un pariente lejano y el joven tiene que emprender un largo viaje para recoger la herencia. En la ausencia, Filúmena vive sola con la Sóstrata, la madre de Pánfilo, ya que Laques estaba en el campo trabajando; suegra y nuera han vivido en armonía, hasta que un día, nadie sabe por qué, Filúmena vuelve a casa de sus padres. La razón de la huida de Filúmena es la violación de la que fue víctima dos meses antes de casarse, y del embarazo de la misma. Protegida por su madre, la joven decide hacer desaparecer el fruto de su desgracia, pero Pánfilo, volviendo de su viaje, para en casa de sus suegros en ese mismo momento y huye indignado, al comprender que el recién nacido no puede ser suyo. Mirrina le suplica que no descubra la infidelidad de su esposa, incluso propone anular el matrimonio. Ésta es la resolución que toma Pánfilo, ligado a su mujer, pero a la vez rechaza ser el segundo plato de Filúmena. Laques y Fidipo, los padres de la pareja, no comprenden la resistencia de Pánfilo, que se excusa con el respeto debido a su madre, pero aún así Sóstrata decide retirarse al campo para no interponerse en la reconciliación de la pareja. Pánfilo persiste en la negativa, que, a pesar de estar entre acorralado entre los dos ancianos, comienza a dudar y parece inclinarse interiormente hacia lo que le pide el corazón. Pero Fidipo descubre el parto, salva a la criatura antes de que haya tiempo de exponerla y, mientras él y Laques, convencidos de que es hija de Pánfilo, lo van presionando cada vez más, éste se siente firmemente convencido de que debe romper el matrimonio, que le obligaría a adoptar el hijo de un desconocido. Los dos ancianos ya no ven otra explicación a su negativa que la sospecha en la que tienen que reprender a su viejo amor por Báquide, y Mirrina les hace creer más en esta sospecha. Los ancianos deciden alejar a Báquide de Pánfilo. Finalmente esto provoca el desenlace, en el que Báquide sabe convencer al viajo Laques de su inocencia: Pánfilo la dejó de ver después de su boda y no ha vuelto a saber de él. Entonces, conviene que Báquide vaya a ver a Mirrina y a la muchacha, y les convenza, al menos a ellas, de que no es necesaria la disolución del matrimonio. Báquide accede, mostrando una generosidad inesperada, y va a ver a madre e hija, éstas reconocen en su dedo un anillo que el violador le robó a Filúmena. Báquide recuerda que el anillo se lo dio Pánfilo una noche que él iba ebrio después de violentar a una desconocida, y así se descubre que Pánfilo es el padre de la criatura, y el marido enamorado triunfa al ver desaparecer su desgracia imaginaria, y al sentirse obligado a una reconciliación que deseaba de corazón.
Personajes
- Pánfilo: el joven marido indeciso, obstinado, enamorado y, a la vez, rencoroso. Celoso del bienestar de su mujer pero incapaz de soportar la ofensa y perdonarla. Se le puede considerar el «típico» joven de Terencio, caracterizado por el respeto a los padres.
- Matronas (Sóstrata y Mírrima): las matronas terecianas se caracterizan por ser mujeres buenas, virtuosas y comprensivas. En esta obra la matrona Sóstrata está dispuesta a hacer cualquier cosa con el fin de no perjudicar a su hijo y a la familia, soportando las injustificadas acusaciones.
- Filúmena: que en ningún momento sale a escena, es una sacrificada esposa que soporta los desprecios del marido, consiguiendo que se enamore de ella.
- Ancianos (Laques y Fidipo): preocupados el bienestar de sus hijos y respetuosos, pero, a la vez, ridículos o grotescos.
- Báquide: cortesana. Es una mujer noble, en ningún momento es malvada. Es una mujer que va más allá de estar resentida con Pánfilo por haberla abandonado, e incluso le ayuda y salva su matrimonio yendo a hablar con su esposa y la madre de ésta.
- Parmenón: esclavo, cuya función en esta obra es la de hacer una exposición. En muchos momentos se le manda fuera de la escena para que no se percate de nada.
- Filotis: cortesana
- Sira: anciana.
- Sosias: esclavo.
Valoración crítica
A pesar de que la La suegra no cosechó del favor del público, muchos estudiosos creen que no fue un fracaso, pero no ello se puede asegurar porque es la única comedia de la que no se conservan datos para suponer reposiciones posteriores.
CONSOLACIÓN A MARCIA
La Consolación a Marcia, en latín original Ad Marciam de Consolatione (literalmente, "A Marcia, como Consolación") es una obra escrita por Lucio Anneo Séneca en torno al año 50 e.v.
Temas
La obra fue escrita para una mujer conocida suya llamada Marcia, quien, según parece, mantuvo el luto por la muerte de su hijo durante más de tres años. En ella, Séneca desgrana uno de los ejes centrales de su filosofía estoica, a saber, el reconocer e incluso esperar la muerte como algo natural e inevitable que puede sobrevenirnos en cualquier momento, algo que al lector moderno puede resultar un tanto ecléctico frente a las posturas más vitalistas que al respecto suelen adoptarse en la actualidad. Sin embargo, algunos aspectos de la obra, sobre todo el que trata con la inmortalidad del alma, son tan semejantes a los propugnados por el cristianismo que llevaron a muchos pensadores cristianos como a Tertuliano o a San Jerónimo a considerar la filosofía de Séneca, y a él mismo, como "saepe noster", esto es, a menudo, uno de los nuestros.
En la obra, además, Séneca compara dos modelos de llanto maternal: el de Octavia la Menor, hija de Augusto, quien, al perder a su hijo Marcelo cuando éste tenía 20 años, "no puso freno a sus llantos y gemidos"; con el de Livia, esposa de Augusto, la cual, al perder a su hijo Druso, "tan pronto como lo puso en la tumba, enterró junto con su hijo toda su pena, y lamentó su pérdida no más de lo que respetaba al César o era justa con Tiberio, viendo que ambos estaban vivos". Séneca admira el temple de Livia, pues: "si te aplicas a imitar a la magnánima Livia, más moderada y tranquila en su dolor, no te dejarás consumir en los tormentos".
La obra
En dicha obra, Séneca trata de convencer a Marcia de que el destino de su hijo, aunque trágico, no debería causar asombro o sorpresa, dado que es parte del orden de la naturaleza el que la vida de siempre paso a la muerte: según Séneca, Marcia a buen seguro conocía a otras muchas madres que habían perdido a sus hijos, luego, ¿por qué esperaba que su propio hijo sobreviviera?Aunque Séneca simpatiza con Marcia, a lo largo de la obra insiste en que hemos nacido en mundo cuyos elementos están destinados a morir, de manera que si Marcia pudiera aceptar que a nadie le es garantizada una vida justa (esto es, una vida en la que los hijos sobreviven a las madres), entonces ella podría acabar al fin con su luto y vivir el resto de su vida en paz y serenidad, concluyendo:
"Y cuando llegue el tiempo en que el unverso toque a su fin, el mundo habitado prenderá y todas las cosas mortales arderán en una gran conflagración; los astros chocarán entre sí y toda la materia del mundo se abrasará en un fuego común. Entonces nosotros, almas dichosas, que habremos alcanzado la inmortalidad, y sólo cuando crea Dios más conveniente hacer renacer al universo, volveremos a la sustancia de la que proveníamos, y formaremos la materia del nuevo universo ¡Dichoso pues tu hijo, oh Marcia, que es ahora partícipe de estos misterios!". Lucio Anneo Séneca, en Consolación a Marcia.